La razón por la que la humanidad puede dominar el mundo es porque los humanos pueden contar historias, algo que otros animales, por más inteligentes que sean, no pueden hacer. Por ejemplo, la gente va a la guerra por su país, trabaja por billetes y está dispuesta a dar su vida por creencias sagradas, todo esto se debe a las historias ficticias que la humanidad ha creado sobre naciones, billetes y creencias. Las personas extremadamente inteligentes no van a la guerra porque no tiene sentido. Casi nadie puede entender el valor de esta afirmación. En esencia, el concepto de nación es como un perro que orina para marcar su territorio; solo el perro lo cree así. El concepto de nación es simplemente un estado temporal de estabilidad que se forma naturalmente después de largas luchas entre diferentes grupos. Los billetes no son más que garabatos humanos impresos, y las creencias son llamadas metafísicas de estos seres humanos que parecen estar enloquecidos. Pero una vez que son construidos en historias conmovedoras y son creídos por la gente, se convierten en una conciencia colectiva abstracta.
Luego, la humanidad comenzó una colaboración masiva en torno a este consenso colectivo, iniciando una historia de civilización en constante progreso. Imagina que le das un billete de cien yuanes a un gorila; es muy probable que el gorila lo rompa o se lo meta en la boca. Pero los humanos han construido una red de confianza que atraviesa todo el mundo con billetes. La razón por la cual los dueños de tiendas están dispuestos a venderte cosas, por la que los trabajadores están dispuestos a trabajar día tras día, y por la que los bancos pueden controlar todo el sistema financiero, se basa en la confianza en la historia del dinero. El dinero puede funcionar no porque tenga un valor intrínseco, sino porque la confianza común de la sociedad le otorga valor de intercambio.
De la misma manera, los europeos de la Edad Media se sometieron al dominio de los reyes porque creían en el derecho divino de los reyes. Los modernos creen en la libertad y la igualdad, y por eso surgieron los estados democráticos. Y en el mundo actual, se cree en la economía de mercado, lo que ha llevado al orden de la globalización. Esto también demuestra un hecho: la historia de la humanidad no es inmutable, y cuando las viejas narrativas de la sociedad humana se desmoronan y las nuevas historias aún no se han establecido y no han ganado confianza generalizada, la sociedad caerá en el caos. La caída del Imperio Romano fue así, y el totalitarismo del siglo XX también. De hecho, la humanidad está constantemente en busca de nuevas historias.
Esta es la razón por la que la sociedad humana ha podido pasar de tribus a imperios, de lo primitivo a lo moderno en solo unos pocos miles de años. La humanidad está constantemente actualizando la historia colectiva, y detrás de estas historias ficticias se ocultan los deseos más reales de instintos materiales, que es la esencia del progreso de la civilización humana. En realidad, algunas de las historias en las que la humanidad cree no son existencias objetivas, porque es evidente que no hay tal cosa como un estado en el sentido objetivo, ni existe la supuesta libertad e igualdad; son tan ficticias como los mitos. Sin embargo, estas historias ficticias han esbozado el verdadero contorno del mundo real, inspirando a la humanidad a evolucionar constantemente a lo largo de la historia.
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La razón por la que la humanidad puede dominar el mundo es porque los humanos pueden contar historias, algo que otros animales, por más inteligentes que sean, no pueden hacer. Por ejemplo, la gente va a la guerra por su país, trabaja por billetes y está dispuesta a dar su vida por creencias sagradas, todo esto se debe a las historias ficticias que la humanidad ha creado sobre naciones, billetes y creencias. Las personas extremadamente inteligentes no van a la guerra porque no tiene sentido. Casi nadie puede entender el valor de esta afirmación. En esencia, el concepto de nación es como un perro que orina para marcar su territorio; solo el perro lo cree así. El concepto de nación es simplemente un estado temporal de estabilidad que se forma naturalmente después de largas luchas entre diferentes grupos. Los billetes no son más que garabatos humanos impresos, y las creencias son llamadas metafísicas de estos seres humanos que parecen estar enloquecidos. Pero una vez que son construidos en historias conmovedoras y son creídos por la gente, se convierten en una conciencia colectiva abstracta.
Luego, la humanidad comenzó una colaboración masiva en torno a este consenso colectivo, iniciando una historia de civilización en constante progreso. Imagina que le das un billete de cien yuanes a un gorila; es muy probable que el gorila lo rompa o se lo meta en la boca. Pero los humanos han construido una red de confianza que atraviesa todo el mundo con billetes. La razón por la cual los dueños de tiendas están dispuestos a venderte cosas, por la que los trabajadores están dispuestos a trabajar día tras día, y por la que los bancos pueden controlar todo el sistema financiero, se basa en la confianza en la historia del dinero. El dinero puede funcionar no porque tenga un valor intrínseco, sino porque la confianza común de la sociedad le otorga valor de intercambio.
De la misma manera, los europeos de la Edad Media se sometieron al dominio de los reyes porque creían en el derecho divino de los reyes. Los modernos creen en la libertad y la igualdad, y por eso surgieron los estados democráticos. Y en el mundo actual, se cree en la economía de mercado, lo que ha llevado al orden de la globalización. Esto también demuestra un hecho: la historia de la humanidad no es inmutable, y cuando las viejas narrativas de la sociedad humana se desmoronan y las nuevas historias aún no se han establecido y no han ganado confianza generalizada, la sociedad caerá en el caos. La caída del Imperio Romano fue así, y el totalitarismo del siglo XX también. De hecho, la humanidad está constantemente en busca de nuevas historias.
Esta es la razón por la que la sociedad humana ha podido pasar de tribus a imperios, de lo primitivo a lo moderno en solo unos pocos miles de años. La humanidad está constantemente actualizando la historia colectiva, y detrás de estas historias ficticias se ocultan los deseos más reales de instintos materiales, que es la esencia del progreso de la civilización humana. En realidad, algunas de las historias en las que la humanidad cree no son existencias objetivas, porque es evidente que no hay tal cosa como un estado en el sentido objetivo, ni existe la supuesta libertad e igualdad; son tan ficticias como los mitos. Sin embargo, estas historias ficticias han esbozado el verdadero contorno del mundo real, inspirando a la humanidad a evolucionar constantemente a lo largo de la historia.