El nivel de energía de una persona determina su forma de relacionarse con el mundo. Cuando la energía es baja, una persona tiende a volverse tensa y controladora, siempre buscando reconocimiento externo, ocultando su vulnerabilidad con fuerza y desahogando su impotencia con impaciencia. Siempre a la defensiva, calculando cada cosa, como si el mundo entero le debiera una explicación. Pero cuando la energía es abundante, la persona se relaja. Ya no critica el exterior, ya no exige resultados, puede aceptar las diferencias y también la impermanencia. Es suave como el agua, pero más firme que nadie. Las personas realmente abundantes por dentro tienen límites pero no pierden la calidez; pueden amar profundamente sin apego; crecen de manera independiente sin oprimir a los demás; son conscientes de sí mismas sin considerarse el centro del mundo. La energía es el mejor campo de energía. Si cuidas bien de tu corazón, te volverás suave y estabilizarás tu alma, y te ampliarás.
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El nivel de energía de una persona determina su forma de relacionarse con el mundo. Cuando la energía es baja, una persona tiende a volverse tensa y controladora, siempre buscando reconocimiento externo, ocultando su vulnerabilidad con fuerza y desahogando su impotencia con impaciencia. Siempre a la defensiva, calculando cada cosa, como si el mundo entero le debiera una explicación. Pero cuando la energía es abundante, la persona se relaja. Ya no critica el exterior, ya no exige resultados, puede aceptar las diferencias y también la impermanencia. Es suave como el agua, pero más firme que nadie. Las personas realmente abundantes por dentro tienen límites pero no pierden la calidez; pueden amar profundamente sin apego; crecen de manera independiente sin oprimir a los demás; son conscientes de sí mismas sin considerarse el centro del mundo. La energía es el mejor campo de energía. Si cuidas bien de tu corazón, te volverás suave y estabilizarás tu alma, y te ampliarás.