Cambiar el carácter impetuoso es cambiar tu destino. Las personas impacientes hacen las cosas de manera apresurada, carecen de tolerancia y, ante un desacuerdo, sus emociones se desbordan fácilmente. No pueden ocultar sus asuntos ni mantener la calma; siempre desean un resultado rápido, sin saber que la paciencia lleva a la armonía y la calma. La impaciencia es un tipo de codicia, un deseo de obtener resultados rápidos, una esperanza de que todo lo exterior sea como uno desea. Anhelan poseer, anhelan controlar, anhelan conquistar, pero a menudo, en su impaciencia, pierden más. La impaciencia puede hacerte perder la belleza del momento presente y también puede nublar tu visión de la verdad del mundo. Cuando las personas están apresuradas, su atención se centra solo en el objetivo, lo que les hace descuidar los peligros y perder la claridad mental. Sin un pensamiento claro, actuar precipitadamente es propenso a errores, lo que lleva a la ansiedad y el arrepentimiento. El funcionamiento de todas las cosas tiene su propio tiempo; un minuto más temprano o un segundo más tarde tiene su causa y efecto. Lo que una persona realmente puede controlar es muy poco. Conocer a alguien, experimentar algo y cuándo el destino da un giro, nada de esto se puede apresurar; si es así, ¿por qué apresurarse? El interior de una persona refleja el mundo exterior; la impaciencia refleja un mundo agitado. Solo la impaciencia puede reflejar una vida tranquila. Un corazón sereno puede comprender la relación de todas las cosas; un corazón en paz puede deshacer mil nudos. Las personas verdaderamente sabias suelen ser calmadas y racionales; la prisa no lleva al éxito, y la calma genera sabiduría. ¿Cómo cultivar un corazón que no se apresura en la vida diaria? Hay dos claves: primero, permanecer en el presente. Si la mente se detiene, eso es la iluminación. Cuanto más urgente sea la tarea, más despacio debes actuar; primero estabiliza tu mente y concéntrate en el momento presente. Cuando ya no estás ansioso por obtener resultados, tus pensamientos se aclararán, los peligros se alejarán naturalmente y tu mundo también se volverá tranquilo. La vida es larga; al quedarte en tu propio ritmo, podrás avanzar de manera firme y duradera. Segundo, suelta las expectativas demasiado altas. La verdadera satisfacción se encuentra en la riqueza y la estabilidad; la impaciencia a menudo surge del deseo excesivo y la sensación de tiempo escaso. Intenta reducir tus exigencias; no necesitas convertirte en tu yo ideal dentro del tiempo esperado. Mira más a menudo lo que ya tienes en lugar de siempre anhelar lo que aún no has conseguido. Estas dos pautas, en última instancia, son solo sobre cultivar un corazón que permanece inalterable. En medio de las muchas perturbaciones de la vida, solo un corazón tranquilo puede ver la verdad en el ciclo de todas las cosas. Te deseo que te deshagas de la impaciencia, que encuentres frescura en tu corazón y vivas con calma.
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Cambiar el carácter impetuoso es cambiar tu destino. Las personas impacientes hacen las cosas de manera apresurada, carecen de tolerancia y, ante un desacuerdo, sus emociones se desbordan fácilmente. No pueden ocultar sus asuntos ni mantener la calma; siempre desean un resultado rápido, sin saber que la paciencia lleva a la armonía y la calma. La impaciencia es un tipo de codicia, un deseo de obtener resultados rápidos, una esperanza de que todo lo exterior sea como uno desea. Anhelan poseer, anhelan controlar, anhelan conquistar, pero a menudo, en su impaciencia, pierden más. La impaciencia puede hacerte perder la belleza del momento presente y también puede nublar tu visión de la verdad del mundo. Cuando las personas están apresuradas, su atención se centra solo en el objetivo, lo que les hace descuidar los peligros y perder la claridad mental. Sin un pensamiento claro, actuar precipitadamente es propenso a errores, lo que lleva a la ansiedad y el arrepentimiento. El funcionamiento de todas las cosas tiene su propio tiempo; un minuto más temprano o un segundo más tarde tiene su causa y efecto. Lo que una persona realmente puede controlar es muy poco. Conocer a alguien, experimentar algo y cuándo el destino da un giro, nada de esto se puede apresurar; si es así, ¿por qué apresurarse? El interior de una persona refleja el mundo exterior; la impaciencia refleja un mundo agitado. Solo la impaciencia puede reflejar una vida tranquila. Un corazón sereno puede comprender la relación de todas las cosas; un corazón en paz puede deshacer mil nudos. Las personas verdaderamente sabias suelen ser calmadas y racionales; la prisa no lleva al éxito, y la calma genera sabiduría. ¿Cómo cultivar un corazón que no se apresura en la vida diaria? Hay dos claves: primero, permanecer en el presente. Si la mente se detiene, eso es la iluminación. Cuanto más urgente sea la tarea, más despacio debes actuar; primero estabiliza tu mente y concéntrate en el momento presente. Cuando ya no estás ansioso por obtener resultados, tus pensamientos se aclararán, los peligros se alejarán naturalmente y tu mundo también se volverá tranquilo. La vida es larga; al quedarte en tu propio ritmo, podrás avanzar de manera firme y duradera. Segundo, suelta las expectativas demasiado altas. La verdadera satisfacción se encuentra en la riqueza y la estabilidad; la impaciencia a menudo surge del deseo excesivo y la sensación de tiempo escaso. Intenta reducir tus exigencias; no necesitas convertirte en tu yo ideal dentro del tiempo esperado. Mira más a menudo lo que ya tienes en lugar de siempre anhelar lo que aún no has conseguido. Estas dos pautas, en última instancia, son solo sobre cultivar un corazón que permanece inalterable. En medio de las muchas perturbaciones de la vida, solo un corazón tranquilo puede ver la verdad en el ciclo de todas las cosas. Te deseo que te deshagas de la impaciencia, que encuentres frescura en tu corazón y vivas con calma.