La vida tiene tres reglas que no se pueden infringir, comprender cualquiera de ellas te beneficiará toda la vida. Primero, el temperamento no puede ser mayor que la habilidad. Si un niño se enoja, es adorable, pero si un adulto se enoja por cualquier cosa, solo se verá ridículo. Todo el sufrimiento humano es, en esencia, una rabia hacia la impotencia. En la vida, cuanto menos capacidad tiene una persona, más deprimida está y se convierte en esclava de su temperamento. Las personas con mayor profundidad y capacidad son pacientes y tranquilas, manejando las cosas con ligereza y sencillez. Siempre recuerda, si no tienes la capacidad de arreglar las cosas, no dejes que tus emociones cambiantes te controlen. Segundo, la riqueza no puede ser mayor que la virtud. La virtud es mayor que la ganancia, y siempre habrá algo que ganar; la ganancia es mayor que la virtud, y siempre habrá algo que perder. Debes entender que cada centavo que ganas está siempre en equilibrio con tu virtud, esfuerzo y sudor. Cuando tu estado de riqueza supera tus virtudes y habilidades, te encontrarás en un estado de ansiedad por lo que puedes perder. Es como un cuenco, si tu cuenco es demasiado poco profundo, no podrá contener la llegada de esa riqueza, no podrá albergar las bendiciones, y serás devorado por el dinero. Porque la ley del cielo es disminuir lo que sobra y complementar lo que falta, pero la ley humana es diferente, disminuir lo que falta para favorecer lo que sobra. Tercero, el deseo no puede ser mayor que la capacidad. La llamada vida brillante es, en realidad, la vida de un prisionero del deseo. Cuando lo que persigues no puede alcanzarte, eventualmente se alejará de ti de otra manera. Lo que una persona puede tener al final es siempre acorde a su capacidad o virtud. Muchas personas se sienten infelices, a menudo porque sus deseos superan sus capacidades. Toma lo que debes tomar, deja lo que debes dejar, exige lo que debes exigir, y suelta lo que debes soltar. En lugar de envidiar el banquete de otros, es mejor atesorar tu propia comida simple. Finalmente, espero que todos, hoy siembren sin preguntar por el camino, y mañana cosecharán en su momento.