#比特币波动性 La cuenta bajó de veinte mil dólares a mil, y esa noche me quedé mirando la pantalla en blanco. Decir que no dolió sería mentir, pero ¿de qué sirve llorar?

Al día siguiente, ya más tranquilo, me puse una regla de hierro: esta vez no voy a apostar, voy a seguir las normas al pie de la letra.

Primero lo más importante: no morir. Suena a una tontería, pero es lo que pensaba en ese momento. ¿Qué se puede hacer con mil dólares? Al menos aún podía abrir una posición. Me puse un límite: cada vez que ganara, retiraría un 30%, y solo podría seguir jugando con el resto. Ganar diez veces quizás solo duplicara la cuenta, pero al menos no volvería al punto de partida de la noche a la mañana. Lento, sí, pero seguro.

La segunda norma era seguir la tendencia, nada de adivinar. Antes siempre intentaba comprar en el mínimo y vender en el máximo, y siempre acababa perdiendo. Luego me di cuenta de que, cuando hay tendencia, hay que seguirla; si te equivocas, cortas pérdidas y no te obsesionas. El mercado nunca va a cambiar de dirección solo porque tú seas testarudo.

La tercera es la más difícil: controlar a uno mismo. Operar con poco capital hace que ganes menos, pero si te sobreapalancas, tu mentalidad se derrumba. Prefiero ganar un 30% en un mes a hacerme rico en un día y arruinarme en tres. Cuando tienes la cabeza fría, tus operaciones no se deforman.

Tres meses después, la cuenta llegó a ochenta mil. No es ningún cuento de hadas, solo es estar todos los días delante de la pantalla, revisando operaciones, cortando pérdidas cuando toca, descansando cuando es necesario, y aguantando.

Algunos me preguntan cómo lo recuperé. Sinceramente, con seis palabras: no ser codicioso, no entrar en pánico, saber aguantar. En este mercado nunca faltan los que saben ganar dinero; lo que faltan son los que sobreviven hasta la siguiente ronda.