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No volver a recordar hoy

La gran jugada de subida salarial que han lanzado esta vez los sindicatos japoneses, en apariencia es una negociación de dinero entre trabajadores y empresas, pero en realidad afecta a todo el tablero económico.



Desde la perspectiva de los trabajadores, pedir un aumento de sueldo es completamente lógico. Los precios no dejan de subir, el alquiler, la luz, el agua, todo cuesta más; si los salarios no suben, ¿quién lo aguanta? Además, la ronda anterior de negociaciones ya batió récords de muchos años, así que esta vez hay aún más confianza: si se pudo subir una vez, ¿por qué no se podría volver a subir?

Para las empresas, la cosa no está tan clara. Los costes laborales evidentemente aumentan, pero viéndolo desde otro ángulo: si los empleados tienen más dinero, se animan a gastar, los productos se venden mejor y la empresa puede recuperar. La clave está en si pueden superar este periodo de dolor y convertir la presión a corto plazo en beneficios a largo plazo. Si realmente consiguen retener talento y estabilizar el equipo, los números pueden llegar a cuadrar.

Lo más delicado es el cálculo del banco central. Ellos están atentos a los movimientos de las negociaciones salariales, esperando una señal: suben los ingresos de los trabajadores → aumenta la demanda de consumo → suben los precios de los productos → se forma una inflación impulsada por la demanda. Solo entonces hay motivos justificados para subir los tipos de interés, lo que enfría una economía sobrecalentada y devuelve la política monetaria a la normalidad. En teoría, sería una jugada perfecta.

Pero la realidad rara vez es tan sencilla. Si las empresas no aguantan la presión de los costes, los sindicatos fracasan en la negociación y llegan las huelgas, la actividad empresarial se paraliza y la sociedad se desestabiliza, nadie sale ganando. Lo peor es que, incluso si suben los salarios, si la gente no confía en el futuro económico y prefiere guardar el dinero en vez de gastarlo, la demanda no despega, la inflación no llega y el plan de subida de tipos del banco central se queda en una quimera.

Así que esto es mucho más complejo que un simple "¿suben o no los sueldos?". Está en juego la negociación laboral, la supervivencia empresarial, la política monetaria e incluso la tendencia de todo el ciclo económico. Todo el mercado global está pendiente de cómo moverá ficha Japón: al fin y al cabo, en una economía que lleva tantos años atrapada en tipos bajos, cada giro de política puede convertirse en un referente.
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