Las recientes declaraciones de Larry Fink, el director de BlackRock, me han hecho replantearme el mercado. Cuando Bitcoin retrocedió a la zona de los 80.000, algunos fondos soberanos comenzaron a construir posiciones de forma escalonada. No entraron con apuestas agresivas, sino que compraron en cada bajada.

Esta estrategia resulta muy interesante. ¿Por qué estos "equipos nacionales", que gestionan activos por billones, eligen acumular poco a poco durante una tendencia bajista?

La respuesta puede ser muy simple: nunca han buscado beneficios de corto plazo, de tres o cinco meses. El verdadero objetivo es la asignación a largo plazo. Los minoristas venden por pánico, mientras las instituciones acumulan de forma sistemática. Cuando las emociones dominan el mercado, los tokens pasan de manos inexpertas a manos pacientes.

Esto me recuerda a la situación previa al inicio del ciclo alcista de 2020. Entonces, las instituciones también se posicionaban en silencio y, cuando el mercado reaccionó, el precio ya se había duplicado. El guion no se repite exactamente, pero la lógica de fondo es sorprendentemente similar.

Para el inversor medio, lo más peligroso ahora no son las pérdidas latentes, sino ser expulsado del mercado por la volatilidad. Hay que mantener la calma en las caídas fuertes, aprovechar las correcciones moderadas para acumular poco a poco, y, sobre todo, no dejar que la volatilidad a corto plazo altere tu estrategia a largo plazo.

El mercado siempre repite la misma historia: algunos entregan sus tokens por pánico, otros aprovechan el caos para posicionarse. El verdadero riesgo no es la caída en sí, sino perder la paciencia en la zona de suelo.

El dolor de quedarse fuera suele ser mayor que el de quedar atrapado. Porque aún atrapado, existe la esperanza de recuperar; si te quedas fuera, solo puedes ver cómo la oportunidad se escapa. El problema no está en si el mercado da oportunidades, sino en si eres capaz de mantenerte firme en el momento clave.