Sobre DOGE, tengo algunas cosas que decir.

Aquel día vi a cierto magnate tecnológico publicando otra vez algo relacionado con Shiba Inu en las redes sociales, y me dejé llevar por el momento: metí directamente el 30% de mi cartera en Dogecoin. En ese instante no lo pensé demasiado, simplemente sentí: déjate llevar por la intuición, esta vez seguro que sale bien.

Ahora, mirando atrás, durante el tiempo que he mantenido mis DOGE, no he visto una explosión de riqueza, pero sí que mi mentalidad se ha fortalecido bastante. Hoy que tengo algo de tiempo, me gustaría compartir con vosotros los altibajos de este viaje.

# 🐶 ¿Por qué DOGE? No es solo un meme

Siendo sincero, mucha gente entró en DOGE sin fijarse en la tecnología. Yo igual.

Lo que me atrae es ese rollo de “aquí hemos venido a jugar”, y la extraña cohesión de la comunidad. Si te das una vuelta por Reddit o Twitter lo verás: los fans de DOGE siempre son los que más se lo curran, los que más disfrutan, ese ambiente engancha mucho.

Y sumado a eso, el influencer top del sector tech sacando memes de Shiba Inu cada dos por tres. Cada vez que publica algo, los que tenemos DOGE nos venimos arriba: “¡Se acerca la primavera, chavales!”

# 📈 Sensaciones reales estos días: una montaña rusa emocional

**Primera fase: Éxtasis**
Cada día, nada más abrir los ojos, lo primero era mirar el gráfico de velas. Si subía un 3% o 5%, me emocionaba durante horas, con ganas de celebrarlo en el grupo. Solo pensaba: en cuanto salga el próximo tuit, esto despega.

**Segunda fase: Duda**
El mercado empezó a lateralizar. Las buenas noticias no llegaban, y mientras tanto, otras altcoins iban subiendo una tras otra. Ahí empezó a resquebrajarse mi confianza: ¿cuánto vale realmente esa “fe” de la que tanto hablamos?

**Tercera fase: Modo zen**
Poco a poco, dejé de mirar el mercado constantemente.