La semana pasada hice algo que me dejó completamente descolocado: usé una tarjeta bancaria que llevaba utilizando cinco o seis años para pagar la tarifa de una llamada a la API de un nuevo modelo de IA—0,01 dólares. ¿Y el resultado? Cuando vi el extracto me quedé de piedra: además de ese céntimo, el banco me cobró otros 0,3 dólares de comisión. Y lo más absurdo es que ese cargo tardará tres días en procesarse.
Imagínate lo surrealista de la situación: un sistema de IA podría necesitar hacer miles o decenas de miles de microdecisiones y micropagos como este cada segundo. Si todos tuvieran que pasar por el proceso bancario tradicional, solo en comisiones acabarían arruinándolo, por no hablar de los plazos de liquidación, que ralentizarían toda la cadena operativa hasta colapsarla. Esto me dejó clarísimo que esos gigantes del pago, que parecen tan potentes, en la era de la IA en realidad están totalmente superados.
Para entender por qué estos actores tradicionales del pago se están quedando atrás, y por qué soluciones Web3 como KITE pueden abrirse camino, primero hay que analizar su lógica de base.
El sistema de pagos tradicional, tanto si es una red de tarjetas de crédito como una transferencia interbancaria, en esencia gira en torno a la “confianza centralizada” y la “liquidación de grandes sumas”. Todo su sistema fue diseñado desde el principio bajo la premisa de que cada transacción debe ser verificada por múltiples partes, pasar por procesos de compensación y controles de riesgo, con un sinfín de intermediarios e instancias de revisión. Para compras importantes como una casa o un coche, este mecanismo es fiable. Pero en cuanto se enfrenta a micropagos o liquidaciones en tiempo real a milisegundos, como ocurre en los escenarios de IA, toda la arquitectura se convierte en un lastre.
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WhaleStalker
· 12-07 10:50
La cadena de bloques está hecha para esto por naturaleza.
La semana pasada hice algo que me dejó completamente descolocado: usé una tarjeta bancaria que llevaba utilizando cinco o seis años para pagar la tarifa de una llamada a la API de un nuevo modelo de IA—0,01 dólares. ¿Y el resultado? Cuando vi el extracto me quedé de piedra: además de ese céntimo, el banco me cobró otros 0,3 dólares de comisión. Y lo más absurdo es que ese cargo tardará tres días en procesarse.
Imagínate lo surrealista de la situación: un sistema de IA podría necesitar hacer miles o decenas de miles de microdecisiones y micropagos como este cada segundo. Si todos tuvieran que pasar por el proceso bancario tradicional, solo en comisiones acabarían arruinándolo, por no hablar de los plazos de liquidación, que ralentizarían toda la cadena operativa hasta colapsarla. Esto me dejó clarísimo que esos gigantes del pago, que parecen tan potentes, en la era de la IA en realidad están totalmente superados.
Para entender por qué estos actores tradicionales del pago se están quedando atrás, y por qué soluciones Web3 como KITE pueden abrirse camino, primero hay que analizar su lógica de base.
El sistema de pagos tradicional, tanto si es una red de tarjetas de crédito como una transferencia interbancaria, en esencia gira en torno a la “confianza centralizada” y la “liquidación de grandes sumas”. Todo su sistema fue diseñado desde el principio bajo la premisa de que cada transacción debe ser verificada por múltiples partes, pasar por procesos de compensación y controles de riesgo, con un sinfín de intermediarios e instancias de revisión. Para compras importantes como una casa o un coche, este mecanismo es fiable. Pero en cuanto se enfrenta a micropagos o liquidaciones en tiempo real a milisegundos, como ocurre en los escenarios de IA, toda la arquitectura se convierte en un lastre.
Imagínate por un momento: un agente de IA