«¿Cuánto más lejos tenemos que recorrer el camino de la confrontación entre hombres y mujeres?»
Fuente: El destino está en el hombre Reproducido de ARC, gracias a cada colaborador del movimiento por los derechos de los hombres.
En mi artículo sobre la integración de la lucha y la torre, propuse este concepto: diez años de confrontación han agotado la credibilidad de 5000 años.
Eso de “diez años de confrontación han agotado la credibilidad de 5000 años”, en esencia, como algunos compañeros han señalado, no es tanto credibilidad como dos dogmas grabados a fuego en el pensamiento:
1. En las relaciones de pareja, soy hombre así que debo ser el que aporte primero; soy hombre así que ante los problemas debo reflexionar sobre mí mismo primero.
2. La naturaleza de la mujer es buena, así que si invierto en una mujer y en la familia, seguro que habrá buenos resultados; si la mujer y la familia reciben mi aportación, seguro que me lo devolverán.
La función de estos dogmas es hacer que los hombres crean que ser el que aporta en la relación les reporta grandes beneficios, y así toman el matriarcado como algo natural. Lo de la descendencia y la perpetuación familiar pasa a un segundo plano: en esencia, es solo una parte del beneficio, no la contradicción principal.
Estos dos dogmas han sido la base para mantener un determinado orden social, pero también han reprimido enormemente la conciencia de sí mismos y el espíritu subjetivo de los hombres. Cuando en la realidad el feminismo extremo avanza sin cesar, los hechos sociales enseñan repetidamente y ciertas orientaciones políticas y legales hacen que estos dogmas empiecen a aflojarse, resquebrajarse e incluso colapsar, la toma de conciencia y reflexión generalizada entre los hombres se vuelve posible, y su potencial subjetivo puede ser activado. Este es el factor clave que no se puede ignorar al evaluar la fuerza de los hombres.
La lucha de género en China no es un fenómeno aislado. China, como la segunda economía mundial y un país de gran influencia, necesariamente interactúa profundamente con el contexto político, económico y cultural global en sus corrientes sociales internas y cambios en las relaciones de género.
Vemos que en Estados Unidos, entre las fuerzas a las que se enfrenta el movimiento MAGA están las ideologías de izquierdas y organizaciones feministas extremas, muy vinculadas a sus adversarios políticos (como el Partido Demócrata y los grupos globalistas transatlánticos). El movimiento por los derechos de los hombres en China se enfrenta a una oposición aún más concreta, con tintes de vanguardia y un modelo de presión de arriba hacia abajo, pero los conflictos ideológicos, el juego por la redistribución de recursos sociales y el enfrentamiento entre valores tradicionales y radicales reflejados detrás de todo esto están, en esencia, interrelacionados con luchas similares a nivel global. Reconocer esta conexión nos permite ampliar la perspectiva, aprender de la experiencia internacional (sea exitosa o fallida), evitar inventar la rueda y así desarrollar estrategias de lucha más realistas y con visión de futuro.
Aprovechar y cambiar el clima internacional. Por eso concluyo que el clímax de la revolución masculinista en China está por llegar. Debemos dejar claro que no somos adivinos. Sobre la evolución y los cambios concretos de los movimientos sociales en el futuro, solo podemos y debemos señalar una gran dirección y una tendencia general basados en las condiciones actuales y las leyes del desarrollo de las contradicciones, no debemos ni podemos fijar mecánicamente el día, el mes o el año en que se logrará.
Pero cuando digo que el clímax de la revolución masculinista en China está por llegar, no es, como dicen algunos, una “posibilidad” carente de sentido práctico, algo inalcanzable y etéreo. ¿Qué es entonces? Es como ver desde la costa el mástil de un barco que ya asoma en el horizonte: aunque aún queda distancia para llegar al puerto, su rumbo es claro y su existencia es real. Es como estar en la cima de una montaña y ver en el este el resplandor de un sol naciente que está a punto de estallar: aunque parte de la tierra aún está a oscuras, la llegada de la luz ya es irreversible.
Es como un bebé varón a punto de madurar, agitado en la cuna de los avances tecnológicos (por ejemplo, tecnologías como el útero artificial que podrían romper el monopolio reproductivo femenino): aunque aún no ha nacido, su pulso vital ya es claramente perceptible, y la tendencia a su nacimiento ya es imparable.
Eso de “está por llegar” se refiere a la certeza de esta tendencia, a la acumulación de fuerzas y a la visibilidad del futuro. Nos exige abandonar toda ilusión irreal: tanto la fantasía acelerada y temeraria como el fatalismo pesimista y desesperanzado. Debemos basarnos en la realidad actual, investigar y analizar en profundidad, evaluar correctamente la fuerza de aliados y adversarios, unir y transformar a todos los hombres de base, acumular pequeñas victorias para lograr grandes victorias, prepararnos para una lucha larga y ardua, y, con una voluntad inquebrantable y un espíritu pragmático, acoger y promover la llegada definitiva de este clímax.
Parece que aún queda mucho camino por recorrer; mientras haya diferencias de postura, siempre existirá confrontación.
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«¿Cuánto más lejos tenemos que recorrer el camino de la confrontación entre hombres y mujeres?»
Fuente: El destino está en el hombre
Reproducido de ARC, gracias a cada colaborador del movimiento por los derechos de los hombres.
En mi artículo sobre la integración de la lucha y la torre, propuse este concepto: diez años de confrontación han agotado la credibilidad de 5000 años.
Eso de “diez años de confrontación han agotado la credibilidad de 5000 años”, en esencia, como algunos compañeros han señalado, no es tanto credibilidad como dos dogmas grabados a fuego en el pensamiento:
1. En las relaciones de pareja, soy hombre así que debo ser el que aporte primero; soy hombre así que ante los problemas debo reflexionar sobre mí mismo primero.
2. La naturaleza de la mujer es buena, así que si invierto en una mujer y en la familia, seguro que habrá buenos resultados; si la mujer y la familia reciben mi aportación, seguro que me lo devolverán.
La función de estos dogmas es hacer que los hombres crean que ser el que aporta en la relación les reporta grandes beneficios, y así toman el matriarcado como algo natural. Lo de la descendencia y la perpetuación familiar pasa a un segundo plano: en esencia, es solo una parte del beneficio, no la contradicción principal.
Estos dos dogmas han sido la base para mantener un determinado orden social, pero también han reprimido enormemente la conciencia de sí mismos y el espíritu subjetivo de los hombres. Cuando en la realidad el feminismo extremo avanza sin cesar, los hechos sociales enseñan repetidamente y ciertas orientaciones políticas y legales hacen que estos dogmas empiecen a aflojarse, resquebrajarse e incluso colapsar, la toma de conciencia y reflexión generalizada entre los hombres se vuelve posible, y su potencial subjetivo puede ser activado. Este es el factor clave que no se puede ignorar al evaluar la fuerza de los hombres.
La lucha de género en China no es un fenómeno aislado. China, como la segunda economía mundial y un país de gran influencia, necesariamente interactúa profundamente con el contexto político, económico y cultural global en sus corrientes sociales internas y cambios en las relaciones de género.
Vemos que en Estados Unidos, entre las fuerzas a las que se enfrenta el movimiento MAGA están las ideologías de izquierdas y organizaciones feministas extremas, muy vinculadas a sus adversarios políticos (como el Partido Demócrata y los grupos globalistas transatlánticos). El movimiento por los derechos de los hombres en China se enfrenta a una oposición aún más concreta, con tintes de vanguardia y un modelo de presión de arriba hacia abajo, pero los conflictos ideológicos, el juego por la redistribución de recursos sociales y el enfrentamiento entre valores tradicionales y radicales reflejados detrás de todo esto están, en esencia, interrelacionados con luchas similares a nivel global. Reconocer esta conexión nos permite ampliar la perspectiva, aprender de la experiencia internacional (sea exitosa o fallida), evitar inventar la rueda y así desarrollar estrategias de lucha más realistas y con visión de futuro.
Aprovechar y cambiar el clima internacional. Por eso concluyo que el clímax de la revolución masculinista en China está por llegar. Debemos dejar claro que no somos adivinos. Sobre la evolución y los cambios concretos de los movimientos sociales en el futuro, solo podemos y debemos señalar una gran dirección y una tendencia general basados en las condiciones actuales y las leyes del desarrollo de las contradicciones, no debemos ni podemos fijar mecánicamente el día, el mes o el año en que se logrará.
Pero cuando digo que el clímax de la revolución masculinista en China está por llegar, no es, como dicen algunos, una “posibilidad” carente de sentido práctico, algo inalcanzable y etéreo. ¿Qué es entonces? Es como ver desde la costa el mástil de un barco que ya asoma en el horizonte: aunque aún queda distancia para llegar al puerto, su rumbo es claro y su existencia es real. Es como estar en la cima de una montaña y ver en el este el resplandor de un sol naciente que está a punto de estallar: aunque parte de la tierra aún está a oscuras, la llegada de la luz ya es irreversible.
Es como un bebé varón a punto de madurar, agitado en la cuna de los avances tecnológicos (por ejemplo, tecnologías como el útero artificial que podrían romper el monopolio reproductivo femenino): aunque aún no ha nacido, su pulso vital ya es claramente perceptible, y la tendencia a su nacimiento ya es imparable.
Eso de “está por llegar” se refiere a la certeza de esta tendencia, a la acumulación de fuerzas y a la visibilidad del futuro. Nos exige abandonar toda ilusión irreal: tanto la fantasía acelerada y temeraria como el fatalismo pesimista y desesperanzado. Debemos basarnos en la realidad actual, investigar y analizar en profundidad, evaluar correctamente la fuerza de aliados y adversarios, unir y transformar a todos los hombres de base, acumular pequeñas victorias para lograr grandes victorias, prepararnos para una lucha larga y ardua, y, con una voluntad inquebrantable y un espíritu pragmático, acoger y promover la llegada definitiva de este clímax.
Parece que aún queda mucho camino por recorrer; mientras haya diferencias de postura, siempre existirá confrontación.