Un CIO experimentado de un fondo de cobertura acaba de lanzar una observación que tiene a los equipos macroeconómicos revolucionados. ¿El último informe sobre la Estrategia de Seguridad Nacional? Dice que parece sacado directamente del manual de la Guerra Fría: mucho énfasis en las tensiones geopolíticas y poco en el matiz al que nos hemos acostumbrado en las últimas décadas.

¿Cuál es la jugada aquí? Según esta perspectiva, los inversores podrían querer replantearse la asignación de activos con una óptica de Guerra Fría. Piensa en contratistas de defensa ganando impulso, en los commodities sufriendo reajustes, y en las reconfiguraciones de las cadenas de suministro creando ganadores y perdedores. La seguridad energética podría imponerse a la eficiencia. La desvinculación tecnológica podría acelerarse.

Para los entusiastas de las criptomonedas, este cambio de mentalidad también importa. Si nos dirigimos a una era en la que las naciones priorizan la autonomía estratégica sobre el libre comercio, los activos digitales podrían convertirse en refugios para la movilidad de capital o en objetivos de controles más estrictos. El dinero inteligente no entra en pánico: se reposiciona. A veces, las mayores oportunidades de alfa surgen de leer las señales geopolíticas antes de que el resto se percate.