La Reserva Federal efectivamente está bajando los tipos de interés, pero lo que merece aún más atención es la subida de tipos por parte del Banco de Japón.

Durante mucho tiempo, el yen ha tenido tipos de interés casi nulos, convirtiéndose en la "herramienta de financiación gratuita" para los inversores globales. La operativa es muy sencilla: se toma prestado yen a bajo interés, se cambia por dólares y luego se invierte en activos estadounidenses como bonos o acciones, que ofrecen altos rendimientos. Esta estrategia se llama "carry trade" y durante años ha permitido a muchas instituciones obtener grandes beneficios.

Pero ahora, el Banco de Japón ha empezado a subir los tipos. El diferencial de tipos entre EE. UU. y Japón se está reduciendo, lo que comprime directamente el margen de beneficio del carry trade, e incluso podría llegar a invertirse. Por ello, los operadores se ven obligados a cerrar posiciones: venden activos en dólares y recompran yenes para devolver los préstamos. Si este movimiento se produce a gran escala, el dólar será vendido masivamente y los capitales comenzarán a salir del mercado estadounidense.

El fundador de Jacobs Investment Management lo expresó claramente: esto podría provocar un endurecimiento de las condiciones financieras globales y una menor liquidez. Aunque el consenso del mercado es que, tras el impacto de agosto del año pasado, las posiciones de carry trade ya se han reducido bastante y esta vez el efecto no debería ser tan fuerte. Pero el problema es que la Reserva Federal sigue reduciendo su balance y la liquidez en dólares ya es escasa, así que este nuevo factor no hace más que echar leña al fuego.

Cuando la liquidez se ajusta, el apetito por el riesgo se ve reprimido. Los bonos del Tesoro estadounidense, especialmente los de largo plazo que son más sensibles a la liquidez, podrían enfrentarse a presiones de venta a corto plazo. Ahora mismo, los nervios del mercado están tensos.