Hablemos de dos veteranos de las monedas de privacidad: ZEC y DASH, últimamente su situación es bastante interesante.
$ZEC es como ese friki tecnológico que se encierra a hacer investigación — domina las pruebas de conocimiento cero a la perfección, y su anonimato supera con creces al de la mayoría de sus rivales. ¿Rastros de transacciones en la cadena? No existen. Pero aquí está el problema: la barrera tecnológica es demasiado alta, la gente común no lo entiende, y su narrativa es demasiado académica, siempre da esa sensación de “cerebrito distante que no se molesta en explicar”.
Ahora mira $DASH, que es completamente diferente. Es más bien como ese “manitas fiable del barrio” — se centra en pagos rápidos, enfatiza los casos de uso reales, y casi quiere que puedas comprarte un café con él. La gestión de la comunidad es muy cercana, con campañas locales de promoción bastante activas. Aunque, en este mercado donde todo el mundo persigue lo más candente, a veces la vía pragmática no resulta tan atractiva.
En resumen: Uno lleva el anonimato al extremo, pero su forma de comunicarse es demasiado hardcore; El otro ha pulido la experiencia de pago hasta hacerla muy fluida, pero le falta un relato innovador potente.
Desde una perspectiva emocional, ZEC es el tipo “no hablo mucho, pero tengo nivel” y transmite serenidad; DASH es el “yo no paro de currar, y lo podéis ver” y es más de acción.
¿Quién podrá remontar en el futuro? Dependerá de quién sepa aprovechar antes la próxima ola de políticas regulatorias favorables o logre entrar en el gran público de los pagos. Al final, en la privacidad no faltan tecnologías, sino motivos que animen y den confianza para usarlas.
¿Y tú? ¿Te quedas con la fe en la tecnología o con el pragmatismo?
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Hablemos de dos veteranos de las monedas de privacidad: ZEC y DASH, últimamente su situación es bastante interesante.
$ZEC es como ese friki tecnológico que se encierra a hacer investigación — domina las pruebas de conocimiento cero a la perfección, y su anonimato supera con creces al de la mayoría de sus rivales. ¿Rastros de transacciones en la cadena? No existen. Pero aquí está el problema: la barrera tecnológica es demasiado alta, la gente común no lo entiende, y su narrativa es demasiado académica, siempre da esa sensación de “cerebrito distante que no se molesta en explicar”.
Ahora mira $DASH, que es completamente diferente. Es más bien como ese “manitas fiable del barrio” — se centra en pagos rápidos, enfatiza los casos de uso reales, y casi quiere que puedas comprarte un café con él. La gestión de la comunidad es muy cercana, con campañas locales de promoción bastante activas. Aunque, en este mercado donde todo el mundo persigue lo más candente, a veces la vía pragmática no resulta tan atractiva.
En resumen:
Uno lleva el anonimato al extremo, pero su forma de comunicarse es demasiado hardcore;
El otro ha pulido la experiencia de pago hasta hacerla muy fluida, pero le falta un relato innovador potente.
Desde una perspectiva emocional, ZEC es el tipo “no hablo mucho, pero tengo nivel” y transmite serenidad; DASH es el “yo no paro de currar, y lo podéis ver” y es más de acción.
¿Quién podrá remontar en el futuro? Dependerá de quién sepa aprovechar antes la próxima ola de políticas regulatorias favorables o logre entrar en el gran público de los pagos. Al final, en la privacidad no faltan tecnologías, sino motivos que animen y den confianza para usarlas.
¿Y tú? ¿Te quedas con la fe en la tecnología o con el pragmatismo?