BTC ha caído de 126.000 dólares a 80.000, se han perdido así un 35%.

Unos liquidados, otros cazando el suelo y quedándose atrapados, y el mercado entero como si le hubieran dado al botón de silencio... salvo por las notificaciones de liquidación.

¿Pero te has dado cuenta de algo?

Mientras el mercado sangra, en el frente regulatorio no paran de llegar señales: la Fed ha frenado la contracción cuantitativa, la expectativa de bajada de tipos se dispara al 87%; la SEC afloja y habla de “exenciones innovadoras”, cambiando su lógica regulatoria de bloquear a canalizar; los canales globales de ETF abren uno tras otro, e infraestructuras como custodia y liquidación están avanzando a toda velocidad...

A corto plazo, sí, es duro. ¿Pero a largo? El semáforo ya está en verde.

La pregunta es: **¿dónde está el dinero?**

La pólvora de los minoristas ya no da para mucho.

En estos dos últimos años, muchos han puesto el foco en esas “empresas de tesorería de activos digitales” (DAT): compañías cotizadas que canjean acciones por cripto y aprovechan la prima de su cotización para seguir acumulando, buscando activar el efecto volante.

Suena atractivo. ¿La realidad? En cuanto cunde el pánico y el precio de la acción cae por debajo del valor neto, el volante se bloquea, o incluso absorbe liquidez. Y lo peor: sumando las más de 200 DAT del mundo, apenas controlan 115.000 millones de dólares en criptoactivos, ni siquiera el 5% del mercado.

Ese volumen no basta para sostener un ciclo real.

Y todavía peor, pueden verse forzadas a vender en pánico, acelerando la estampida.

Así que depender de “empresas ágiles” y del “entusiasmo minorista” ya no da más de sí.

Lo que le falta ahora al mercado es dinero más grande, más estable y más paciente.

El dinero de verdad está entrando por tres nuevas vías (continuará en el original)