Honestamente, si una persona puede enriquecerse de la noche a la mañana en esta vida, básicamente depende de si puede aprovechar esas pocas caídas históricas masivas.

Lo irónico es que, incluyendo a mí, nueve de cada diez personas se asustan y se echan a correr en cuanto la caída comienza, corren tan rápido como pueden.

¿Recuerdas esa vez del petróleo? Cuando lo compré a 40, pensé que era un genio de las inversiones, increíblemente astuto. Pero empezó a caer, y cuando llegó a 20, ya me temblaban las manos. Cada minuto sudaba frío, y en mi cabeza solo había un pensamiento: ¡escapar! ¡Si no, perdería todo el capital!

Lo vendí. Lo vendí con sangre, con lágrimas.

Por la noche, siguió bajando. Hasta llegar a 5.

¿Un año después? 90.

No fue la única vez que hice cosas similares y tontas. En ese año de SARS, la plata valía 11 yuanes por gramo, y compré. Cuando subió a 15, vendí con entusiasmo, pensando que había ganado mucho, y esa noche me celebré con un muslo de pollo. Lo que pasó después, ni quiero mencionarlo.

Mira, "cuando otros son codicios, tienes miedo; cuando otros tienen miedo, eres codicioso" — todos saben esa regla, ya está en la calle.

Pero cuando llega la verdadera tormenta, y los números en tu cuenta empiezan a caer rápidamente, tu reacción instintiva es más honesta que cualquier teoría. Ese miedo que surge desde los huesos, está grabado en nuestro ADN por millones de años de evolución.

¿Conocimiento? ¿Lógica? En ese momento, todo eso se vuelve vacío.

¿Y qué es lo que realmente permite ganar dinero en una caída? ¿Es la habilidad anti-humana?

Es el valor de tener el coraje de sonreír y dar un paso adelante cuando todos retroceden. No es locura, es comprensión.