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Compromiso de Trump sobre los beneficios arancelarios: análisis de hechos y desafíos

El 9 de noviembre de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publicó una publicación muy comentada en plataformas de redes sociales. La publicación afirmaba que Estados Unidos, mediante políticas arancelarias, se había convertido en el país más rico y respetado del mundo, con casi sin inflación, mercados bursátiles en niveles récord, cuentas 401(k) en su valor más alto histórico. Además, destacaba que los ingresos por aranceles habían alcanzado varios billones de dólares, destinados a pagar la deuda nacional de 37 billones de dólares, y prometía pagar a cada estadounidense (excluyendo a los de altos ingresos) al menos 2000 dólares en “dividendos”. Esta declaración generó un amplio debate, ya que difiere de las expresiones previas de Trump sobre medidas similares de estímulo fiscal, siendo vista como una promesa clara y no solo una idea preliminar.

El texto completo de la publicación de Trump es: “Los que están en contra de los aranceles son tontos. Ahora somos el país más rico y respetado del mundo, con casi sin inflación, mercados en niveles récord, y cuentas 401(k) en su punto más alto. Estamos recaudando varios billones de dólares en ingresos, y pronto comenzaremos a pagar nuestra enorme deuda de 37 billones de dólares. La inversión en Estados Unidos está en su punto más alto, con fábricas y plantas en todas partes. Se pagará a cada persona al menos 2000 dólares en dividendos (sin incluir a los de altos ingresos).” Este mensaje directo y afirmativo usa expresiones como “se pagará” (“will be paid”), lo que implica que la política ya está en fase de implementación. En contraste, en declaraciones anteriores, como en una intervención en febrero, Trump usaba términos cautelosos como “considerando” (“considering”) o “podría suceder” (“may happen”) respecto a fondos de estímulo, reflejando una postura más prudente.

El respaldo de la política arancelaria de Trump desde el inicio de su segundo mandato ha sido un tema central. Según datos del Departamento del Tesoro, en el año fiscal 2025, los ingresos por aranceles aumentaron significativamente, alcanzando 213 mil millones de dólares en los primeros tres trimestres (hasta finales de septiembre), un incremento de más del 250% respecto al mismo período de 2024. Si se proyecta esta tendencia, los ingresos totales del año fiscal 2025 podrían superar los 260 mil millones de dólares, principalmente por la imposición adicional sobre importaciones como acero, aluminio y electrónicos de consumo, con el objetivo de proteger la industria local y aumentar los ingresos fiscales. Sin embargo, los críticos señalan que los aranceles no son “gratuitos”, ya que los costos suelen trasladarse a consumidores y empresas estadounidenses, elevando los precios.

Este análisis se basa en datos públicos y en los indicadores económicos más recientes, con el fin de evaluar objetivamente el contexto, la veracidad, la viabilidad y los riesgos potenciales de la promesa de Trump sobre los dividendos arancelarios. Se abordarán aspectos clave como inflación, deuda, empleo y obstáculos legislativos, considerando datos actuales a 11 de noviembre de 2025, para ofrecer una visión completa en lugar de una simple afirmación o negación.

Verificación de cada declaración

Las afirmaciones de Trump sobre indicadores económicos deben cotejarse con datos oficiales. En primer lugar, la afirmación de “casi sin inflación”. Según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), en septiembre de 2025, el índice de precios al consumidor (CPI) aumentó un 3.0% interanual, ligeramente por encima del 2.9% de agosto, pero por debajo del 3.1% esperado por el mercado. El modelo de inflación de la Reserva Federal de Cleveland para noviembre estima un aumento del CPI del 2.97% y del PCE subyacente del 2.95%. Estos datos muestran que, aunque la inflación ha bajado desde los picos de 2024, aún no se acerca a niveles cercanos a cero. Economistas independientes estiman que la inflación real, considerando vivienda y salud, podría estar en torno al 4-5%, dado que el CPI oficial subestima algunos aumentos en bienes esenciales.

En cuanto a los mercados bursátiles y las cuentas 401(k), la afirmación de “récords” es mayormente cierta. Al 11 de noviembre de 2025, el Dow Jones cerró en 42,500 puntos, el Nasdaq superó los 18,000 y el S&P 500 subió un 22% en el año. Los fondos de pensiones, como Vanguard, reportan un saldo promedio en cuentas 401(k) de aproximadamente 145,000 dólares, un aumento del 12%. Estos logros se atribuyen en parte a políticas monetarias expansivas de la Fed y a la recuperación de beneficios empresariales, aunque también enfrentan riesgos geopolíticos, como la escalada de tensiones comerciales con China.

Respecto a los “varios billones de dólares” en ingresos arancelarios, los datos oficiales no respaldan esa cifra. El informe del Departamento del Tesoro de septiembre indica que en ese mes los ingresos por aranceles fueron de 31.6 mil millones de dólares, acumulando 213 mil millones en el año fiscal. Incluso en una estimación optimista, los ingresos totales de 2025 no superarían los 300 mil millones, muy por debajo de los trillones. Trump podría estar confundiendo los ingresos arancelarios con el superávit comercial o con efectos acumulados a largo plazo, pero la realidad es que los aranceles representan solo un 3-4% de los ingresos federales.

En cuanto a la deuda nacional, la publicación afirma “37 billones de dólares”, pero al cierre de octubre de 2025, la deuda pública total de EE. UU. ya alcanzaba 38.09 billones, con un incremento diario de aproximadamente 5,97 mil millones. La Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO) reporta que en 2025 la deuda aumentó en 2.18 billones respecto al año anterior. Trump prometió usar los ingresos arancelarios para pagar la deuda, pero en el año fiscal 2025, el déficit federal fue de 1.78 billones de dólares, incluyendo los ingresos por aranceles. La CBO estima que el déficit total en 2025 será de 1.8 billones, lo que significa que los ingresos arancelarios cubren solo alrededor del 21% del déficit, dificultando cumplir la promesa de pagar toda la deuda con estos fondos.

Por último, la afirmación de “una inversión récord y fábricas en todas partes” no se corresponde con los datos de empleo. El informe de ADP muestra que en octubre de 2025, el sector manufacturero perdió 3,000 empleos netos, y en construcción solo se crearon 5,000. El mercado laboral en general muestra signos de debilidad; Challenger, Gray & Christmas reporta que en octubre se anunciaron 153,000 despidos, el nivel más alto en 22 años para ese mes, principalmente en tecnología y logística. El PMI manufacturero cayó a 48.7, en contracción por quinto mes consecutivo. Aunque los aranceles buscan estimular la producción local, las interrupciones en la cadena de suministro y el aumento de costos han llevado a una inversión empresarial cautelosa.

Estas verificaciones muestran que algunas afirmaciones de Trump contienen exageraciones o desviaciones, pero su núcleo —el uso de fondos arancelarios para beneficiar a la población— refleja la continuidad de la política de “Estados Unidos primero”.

Comparación con los estímulos con DOGE

La promesa de dividendos arancelarios de Trump debe entenderse en el contexto de sus discursos sobre estímulos fiscales. A principios de 2025, en colaboración con Elon Musk, promovió la creación del “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE), con la intención de ahorrar cientos de millones mediante reformas administrativas. En una intervención en febrero, Trump mencionó que devolvería el 20% de los ahorros de DOGE como “cheques de estímulo” a los ciudadanos, y otro 20% para pagar deuda. En ese momento, usó expresiones como “está bajo consideración” (“under consideration”) y resaltó que “los números son increíbles, pero aún hay que evaluar”. En julio, sugirió nuevamente la posibilidad de emitir reembolsos, pero sin detalles concretos.

El avance del plan DOGE ha sido lento: hasta noviembre, solo se ha logrado un 40% del objetivo de ahorro, aproximadamente 150 mil millones de dólares, principalmente mediante recortes en empleos redundantes y optimización de compras. No hay una fecha clara para la emisión de los cheques, y los obstáculos políticos, como la oposición de los demócratas en el Congreso, dificultan la aprobación del presupuesto. En contraste, la afirmación de Trump sobre los dividendos arancelarios usa un tono afirmativo, sugiriendo que ya están contemplados en el presupuesto del año fiscal 2026. Esto puede deberse a que los ingresos arancelarios son inmediatos (se perciben mensualmente), mientras que el programa DOGE depende de reformas a largo plazo.

Ambos programas enfrentan desafíos similares: si se implementan los cheques, se estima que beneficiarían a unos 150 millones de personas, con un costo cercano a 300 mil millones de dólares; los dividendos arancelarios, dirigidos a “casi todos los estadounidenses” (unos 260 millones, excluyendo a los de ingresos superiores a 500,000 dólares), podrían sumar más de 520 mil millones. Ambos requieren autorización legislativa, evidenciando la diferencia entre la promesa y la ejecución en el estilo de Trump.

Viabilidad de implementación: obstáculos legislativos y legales

Para lograr un dividendo de 2000 dólares, se enfrentan múltiples obstáculos. Primero, la aprobación del Congreso es esencial. Los cheques de estímulo son gastos que requieren leyes específicas, que deben ser aprobadas por la Cámara de Representantes con mayoría simple (actualmente dominada por los republicanos) y por el Senado con al menos 60 votos. Aunque los republicanos controlan el Senado (53 escaños), algunos conservadores como Rand Paul y Susan Collins podrían oponerse por preocupaciones sobre el aumento del déficit. La utilización de procedimientos presupuestarios especiales puede reducir el umbral a 50 votos, pero requiere cumplir con la “regla de Biden” (sin crear nuevos déficits), lo cual difícilmente se cumple con los aranceles.

En segundo lugar, existen desafíos legales. El 5 de noviembre de 2025, la Corte Suprema de EE. UU. escuchó el caso “Trump aranceles” (número 24-1287), centrado en si el presidente abusó de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA) para imponer aranceles superiores al 15%. Durante las audiencias, varios jueces (como Sotomayor y Kagan) cuestionaron la expansión excesiva del poder ejecutivo. Si la sentencia es en contra, los aranceles podrían reducirse en un 50%, y los ingresos anuales caerían por debajo de 130 mil millones. La decisión se espera en la primera mitad de 2026, y durante ese período, podrían emitirse órdenes judiciales que bloqueen parte de la recaudación.

Además, la mecánica de ejecución no está clara. El Departamento del Tesoro puede emitir pagos a través del IRS, como en 2020-2021, pero requiere legislación que defina criterios (nivel de ingreso, pagos únicos o recurrentes). El equipo de Trump ha mencionado que estos fondos estarían incluidos en la “Ley de Resurgimiento de EE. UU.”, pero los demócratas exigen condiciones adicionales, como inversión en infraestructura. Si la economía entra en recesión (por ejemplo, crecimiento por debajo del 1%), la probabilidad de un acuerdo se eleva al 60%, aunque con un crecimiento actual del 2.5%, la resistencia es mayor.

Impacto económico potencial: oportunidades y riesgos

Si se implementan, los dividendos arancelarios podrían inyectar más de 500 mil millones de dólares en liquidez, estimulando el consumo a corto plazo. Modelos de la CBO indican que un pago de 2000 dólares por persona podría elevar el PIB en un 0.5-1%, similar a los efectos del estímulo de 2021. Sin embargo, los riesgos son considerables: presiones inflacionarias. Datos de la Fed muestran que estímulos anteriores aumentaron la inflación en aproximadamente 1.2%. Con una inflación base del 3%, en el primer trimestre de 2026 podría subir al 4.5%, especialmente porque la Fed ya inició un ciclo de reducción de tasas: en septiembre bajó 25 puntos base a un rango de 4.0-4.25%, y se espera otra reducción en diciembre. El presidente de la Fed, Powell, ha sugerido que en 2025 las tasas podrían mantenerse estables, y en 2026, cambiar a una política de expansión cuantitativa (QE), aumentando la oferta monetaria en un 10%. La combinación de dividendos y QE podría desencadenar una “espiral inflacionaria”, con aumentos en precios de vivienda y alimentos.

La sostenibilidad de la deuda también es preocupante. La deuda de 38 billones de dólares genera intereses superiores a 1 billón anualmente, representando el 15% del presupuesto. Los aranceles, en comparación, aportan solo una fracción, y el Peter G. Peterson Foundation advierte que, sin reformas estructurales (como cambios fiscales o recortes en gastos), en 2026 la relación deuda/PIB superará el 130%.

El mercado laboral podría experimentar efectos duales: los dividendos podrían amortiguar la caída de empleos en octubre (por ejemplo, en IA y costos), pero los aranceles elevan los costos de importación, lo que podría reducir aún más el PMI manufacturero, que ya está en 48.7, en contracción. JPMorgan estima que en 2026 la tasa de desempleo podría subir al 4.5%, y si la inflación aumenta, la Fed podría verse forzada a subir tasas, agravando la recesión.

Desde una perspectiva global, los dividendos arancelarios podrían intensificar la guerra comercial. China y la UE ya han tomado medidas de represalia, y en 2025 las exportaciones estadounidenses podrían disminuir en un 8%. El FMI advierte que estas políticas podrían reducir el crecimiento mundial en un 0.3%.

Conclusión: evaluación equilibrada y perspectivas

La promesa de dividendos arancelarios de Trump refleja su visión populista de la economía, buscando convertir el proteccionismo en bienestar para la población. Sin embargo, las discrepancias en los datos —ingresos insuficientes, deuda elevada, riesgos inflacionarios— muestran que su ejecución sería sumamente difícil. Los obstáculos legislativos y judiciales podrían retrasar o bloquear la implementación, y las políticas de la Fed aumentan los riesgos. Si en 2026 la economía entra en recesión (con una probabilidad del 40%), esta medida podría ser un “último recurso”, con el costo de una inflación y deuda a largo plazo.

Los responsables políticos deben sopesar entre alivio a corto plazo y estabilidad a largo plazo. Se sugieren enfoques como la distribución gradual de los dividendos (por fases) y reformas complementarias (como acelerar DOGE). En última instancia, el destino de esta promesa dependerá de los acuerdos políticos y de la realidad económica, y la observación de la evolución de la deuda y las decisiones judiciales en los próximos meses revelará su verdadero potencial.

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